viernes, 30 de noviembre de 2007

Edison Domínguez "tres dedos"



Hace unos meses subí este video a la red y hoy lo comparto con todos los lectores de este blog. Fue en 1995, año en el que Millonarios se había clasificado a la Copa Libertadores como subcampeón del torneo 1994 -era la época de un sólo campeón por año-. Era un equipo invencible como local, con jóvenes promesas como Osman López, Bonner Mosquera y John Mario Ramírez que se complementaban muy bien con veteranazos de la talla del gran Arnoldo Iguarán. Ese diciembre no fuimos campeones por tener menos bonificación que Nacional y, hay que decirlo, por un misterioso arbitraje que los favoreció en el último partido que ellos disputaron contra el Medellín, mientras nosotros goleabamos al América en El Campín.

El gran nivel con el que cerramos ese año se mantuvo a comienzos del siguiente en la Copa. Habíamos comenzado empatando con Nacional en Medellín, después vino la memorable goleada 5-1 a la U. Católica en el Campín. El tercer rival fue la Universidad de Chile, en una noche muy lluviosa en El Campín. A diferencia de la Católica, el también llamado "ballet azul" ya estaba advertido de la velocidad de nuestros delanteros -Iguarán y León-, así como también sabía de los pases precisos de nuestros volantes -Rendón y John Mario-. Habiéndonos estudiado bien, consiguieron neutralizarnos y todo apuntaba a un empate a cero. Este era el panorama cuando promediando el segundo tiempo salió a relucir un arma con la que no contaban los chilenos: el potente remate "tres dedos" de nuestro lateral izquierdo Edison Domínguez. Más de diez años después, "Superman" Vargas (arquero de la U) todavía dedica días enteros a revisar este video.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Nuestras camisetas

Un tema que hace unos años pasaba desapercibido y que hoy es centro de todas las miradas de la fanaticada es el de la indumentaria del equipo. A continuación una breve historia de las marcas y diseños que han vestido a Millonarios en las últimas décadas.

Desde su fundación hasta comienzos de los ochenta, la camiseta del equipo no lucía sino el escudo. Seguramente -corríjanme si me equivoco- su confección le era encargada alguna empresa de textiles y esta, seguramente, pasaba la respectiva factura. Todavía faltaban algunos años para que el mercadeo se asomara por el fútbol. Sólo hasta comienzos de los ochenta comienzan a verse los primeros patrocinios. El primero en llegar a nuestra camiseta fue el de Colseguros que lució el equipo entre 1980 y 1982. Poco depués, en 1984, aparece el primer uniforme -sin patrocinio- pero con el logotipo de una marca de ropa deportiva. Y no fue cualquier marca, para ese año la multinacional alemana Adidas fue la encargada de confeccionar un uniforme que todavía es recordad -y añorado- por muchos de nosotros.


Plantel de 1984 con la indumentaria Adidas

La popular marca de las tres rayas fue utilizada por el azul hasta finales de 1985. A comienzos de 1986 le fue encargada la confección de la camiseta a la firma brasilera -nuevamente, corríjanme si me equivoco- Campea. Este diseño fue el primero en incorporar tejidos especiales para la alta competencia. Sobre este diseño se estampó también en 1986 el patrocinio de Colombiana, marca que acompañó a Millonarios hasta finales de 1994.

Norberto Peluffo, con la Campea-1985

Para 1987 otra firma alemana fue la encargada de elaborar la indumentaria embajadora. Hablamos de Puma que también se destacó -igual que Adidas- con un notable diseño en azules de varios tonos. Pero no fue este el único diseño que lució Millonarios ese año. Otra camiseta -sin marca- se le vio al equipo en más de un partido de esa temporada. Bueno sería saber qué tipo de contrato permitió que Puma y Adidas confeccionaran nuestra camiseta. Me atrevo a pensar que no eran contratos como los de ahora en los que la empresa de ropa deportiva además de regalar los uniformes aporta al club una buena suma de dinero por tener la exclusividad. Eran epocas en las que la camiseta oficial dificilmente se conseguía en el mercado.

Mario Vanemerack, con la Puma-1987

n 1988 comenzaría un período que se prolongaría hasta 1994 en el que Millonarios alternaría diseños -incluso en una misma temporada- de dos empresas colombianas: la pereirana Torino y la muy bogotana Saeta. Como decía, era muy común que un mismo año el equipo luciera en un partido una camiseta Saeta y al siguiente partido una Torino. En esta época se vieron curiosidades como la de 1993 cuando la camiseta de manga larga, utilizada en los partidos nocturnos en El Campín, tenía un diseño algo diferente al de la camiseta de manga corta, compartiendo ambas la marca Torino. Y así como cambiaban las marcas y los diseños de la indumentaria, el patrocinio si supo mantenerse estable: el de Colombiana.

La hegemonía de la industria nacional en nuestro uniforme terminaría en diciembre de 1994 cuando en la segunda fecha del cuadrangular final Millonarios saltó a la cancha del Pascual Guerrero luciendo un uniforme Umbro, marca que por esa época intentaba posiconarse en el mercado colombiano. Con este uniforme Umbro-Colombiana celebramos el subtítulo de ese año.


Rendón, Bonner y John Mario con la Umbro-1994

Para 1995 nos abandona Colombiana como patrocinador y llega la cerveza Leona. El uniforme sigue siendo Umbro hasta mediados de 1995 cuando, según parece, por incumplimiento del proveedor se rompe el contrato. Comienza entonces otro período de inestabilidad, por llamarlo de alguna forma, en el tema de la indumentaria azul. Es así como para el segundo semestre de 1995 regresa Torino con un diseño que, a mi juicio, ocupa un bien ganado lugar en el top3 de los peores uniformes que se le han visto a los embajadores. Entre 1995 y mediados de 1996 el uniforme Umbro reaparece en contados partidos, pero es con el Torino con el que se disputa el cuadrangular final que nos da la posibilidad de celebrar un nuevo subtítulo.

Por esta época tiene lugar una historia no muy conocida. Con motivo de los 50 años que en 1996 celebró el club, la junta directiva de aquel entonces le comisionó a la firma argentina Nanque la confección de un uniforme especial que llevaría el escudo conmemorativo diseñado con motivo del cumpleaños. Pese a que en efecto llegó a Bogotá, este uniforme nunca fue utilizado por el equipo profesional. Sólo los arqueros usaron los buzos y en algunos partidos de 1997 el equipo usó medias blancas que llevaban esta marca. ¿Por qué no se utilizó? Parece ser -sí alguien tiene datos más confiables, bienvenidos- que el motivo fue que en el escudo del uniforme los fabricantes olvidaron incluir la estrella 13. Sólo doce estrellas adornan el bien logrado escudo que luce este uniforme. Dicen que este imperdonable error fue el el que motivó a la directiva de la época a decidir que no sería utilizado.

Camiseta Nanque-cincuenta años (uniforme alterno)

Para el segundo semestre de 1996 regresa Adidas como sastre oficial del equipo. Presenta un diseño que gustó mucho pero que trajo bultos y bultos de sal. En efecto, fue con este diseño que Millonarios alcanzó el record negativo de 16 fechas consecutivas sin victorias. Esta mala racha sólo se vino a romper en diciembre de ese año cuando en un partido nocturno se le ganó tres por cero al Unión Magdalena luciendo un uniforme Saeta que parecía confeccionado de afán (tenía el escudo estampado al revés). El tema de la "mofa" no se mencionó, sin embargo, como motivo para abandonar la marca alemana. Se dijo que, nuevamente, el proveedor había incumplido, razón por la que Millonarios tuvo que recurrir de afán a Saeta. Para el año siguiente siguió el desmadre en este tema. En un sólo semestre el equipo lució el diseño de Saeta improvisado, el Torino del subtítulo de 1996, el Adidas de la mala suerte, otro diseño Saeta -este mucho más elaborado- y, finalmente, un muy exótico diseño marca "Wala" que se le vió al azul en un partido contra Nacional de Montevideo en Bogotá y en un clásico disputado pocos días después.

John Mario, con la Wala enfrentando a Nacional de Montevideo

Después de la eliminación de la Copa Libertadores de 1997 y de la mala campaña del primer semestre de ese año en el torneo local, para el segundo semestre Millonarios arrancó con nuevos brios y nueva camiseta, pero no con nueva pantaloneta. Durante varios partidos de ese semestre se combinó una muy bonita camiseta Torino -nada que ver con el diseño anterior- con la pantaloneta Saeta del diseño que presentó esta marca para la Copa Libertadores. Con esta combinación de marcas sufrimos la eliminación de la final de ese año cuando todo estaba dado para que disputaramos contra el América el título de la larga temporada 1996-1997.

Héctor Valoyes, con la Adidas-1996

En 1998 termina, por fin, la época de los diseños de varias marcas en una sóla temporada con la firma de un contrato con la firma francesa -con representantes en Pereira- Patrick. Esta firma elaboró el uniforme y toda la indumentaria deportiva entre 1998 y 1999, años en los que el patrocinio cambió de Leona a Caribe y de Caribe a Cristal Oro, todas marcas de la organización Ardila Lülle. Para el año 2000 regresa Saeta como proveedor de la ropa deportiva y llega LG como patrocinador dando pie a la muy recordada controversia del punto rojo. Para desgracia de muchos no se pudo hacer nada y durante todo un año tuvimos que ver al equipo con un punto rojo gigante en la camiseta.

En el 2001 se va el rojo de LG y llega Comcel como patrocinador de un nuevo diseño de Saeta con el que se celebra el título de la Merconorte a final de año. En 2002 problemas que todos conocemos nos dejan sin patrocinio y, no hay mal que por bien no venga, esta coyuntura es aprovechada por Saeta para elaborar una de las camisetas más bonitas de la historia. Azul oscura, limpia, sobria y de un material de muy buena calidad. Cambios en la administración del club ocurridos a mediados de ese año traen como consecuencia el cambio, después de sólo seis meses, de la camiseta. Aparece un diseño, también de Saeta, muy diferente al del primer semestre en un azul muy claro al que faltando pocos partidos para terminar el torneo se le estampa un improvisado patrocinio de Mustang. Dato curioso, esta camiseta llevaba el apellido de los jugadores (salvo en el caso de Mayer Candelo, que llevaba el nombre "Mayer" y, además, usaba la número cuatro). No fue sin embargo la primera vez que un uniforme azul incluyó el apellido de los jugadores. Ya en los setentas se había visto uno así.

A finales de 2002 termina el contrato con Saeta y para el 2003 aparece la firma Runic (algunos dicen que es árabe, otros panameña, no hay claridad). Esta firma se demora en presentar la camiseta oficial de ese año, cosa que obliga al equipo a lucir durante casi todo el primer semestre de 2003 un uniforme sin marca. Para los cuadrangulares por fin aparece Runic con una camiseta con exceso de vivos blancos que no le gustó a nadie, razón por la que para el segundo semestre aparece un nuevo diseño con vivos azules oscuros que, creo, está también entre los más destacados de la historia. Insisto, opinión personal. Para el 2003 regresa también LG. Afortundamente en esta negociació si se incluyó el tema del color del punto y el rojo sólo aparece en el uniforme alterno, que sólo se utilzaria una vez, a comienzos del 2005, en un amistoso contra Olmedo en Ecuador. En el uniforme titular el punto es de color blanco.

El contrato con Runic dura dos años. En el 2004 se utiliza la misma camiseta del 2003 con dos pequeñas impresiones del logo del patrocinador a la altura de los hombros. Este fue el uniforme que lució el "Kinder" de Cortés en la copa Suramericana de ese año.

Para 2005 regresa Saeta con un diseño con varios tonos de azul inspirado en la camiseta Puma de 1987. Este es también el primer año en que aparece más de un patrocinador en la camiseta. A Giros y Divisas se le suman la ETB, Sotrandes y la Lotería de Bogotá. Al año siguiente se va Giros y Divisas y llega Pepsi como sponsor principal. Sigue Saeta pero cambia radicalmente el diseño presentando uno en un sólo tono de azul, con cuello redondo que gustó mucho entre la hinchada. Este uniforme, con algunos cambios en el tema de los patrocinios (se reemplazan los de la ETB y la Lotería de Bogotá por el logo antiguo de CAFAM), fue el mismo que se usó en los primeros meses de este año, mientras estuvo listo el diseño actual que no olvidan en Medellín, Santiago y, sobre todo, en el Morumbí.

Imágenes tomadas de Revista Millos, libro Millonarios 50 años, Nuevo Estadio y www.bestiariodelbalon.com.

martes, 6 de noviembre de 2007

Bienvenidos a Vademécum

Creo que no hay capítulo de mi vida que no esté ligado con el fútbol y, claro, con Millonarios. Puedo incluso decir que buena parte de lo que soy se lo debo a Millonarios, el equipo del que vivo pendiente desde, créanlo, mis cinco años. A esa edad, el afán por conocer noticias de mi equipo me hizo aprender a leer. También por esos días fui por primera vez al Campín: un 2-0 contra el Cali, goles de Trobbiani y Pimentel. Imposible olvidarlo.

Años después mientras compañeros de mi edad vivían pegados al walkman escuchando los éxitos del momento, yo transitaba por el AM buscando cualquier noticia del azul. El mismo AM por el que sufrí, igual que una buena parte de la fanaticada azul, las gestas épicas que en las plazas del país protagonizaron nuestros guerreros y que llegaron a nuestros oídos en la voz del “Gol gol de Colombia” Jairo Moncada Cortés y el “Chalo” Gonzáles, protagonistas inolvidables del “fútbol visitante”.

Esto por no mencionar los años que viví en Medellín a finales de los ochenta. Mientras estuve en esa ciudad no conocí más hinchas de Millonarios y, sólo, tuve que enfrentar turbas enardecidas de hinchas paisas la mañana siguiente al atraco de Hernán Silva. Lo fácil era negar al equipo, pero no, eso hubiera sido como poner el alma en oferta.

Superada la infancia llegó la adolescencia y la posibilidad de ir por mis propios medios al estadio. El equipo subcampeón de Popovic, Rendón, John Mario y Osman López en 1994 me bautizó como hincha de gradería, primero occidental, después oriental general y años después regreso a occidental general ya en calidad de asalariado.

Cumpliendo, con fervor religioso, mi cita semanal en el Campín, han transcurrido los últimos trece años de mi vida. En ese lapso han sido muchas las alegrías y no han faltado las tardes grises de desconexión con el mundo después de una derrota o, peor, una eliminación en el último minuto. Tan fuerte el lazo que me une con Millonarios que, tal y como lo sugiere Nick Hornby en su novela Fever Pitch, hoy estoy convencido de que mi destino está irremediablemente atado al de “Millos” y que no es para nada gratuito que mis buenas y malas rachas en la vida coincidan con las de mi equipo.

De esos buenos y malos recuerdos, sumados a un buen número de anécdotas acumuladas en veintitantos años y a un enfermizo gusto por la minucia, por el dato en apariencia inútil y el detalle que sólo registran los ojos del hincha, se alimentará en, entregas semanales, este espacio. Bienvenidos.